Viaje a Ixtlàn – Carlos Castaneda

LIBRO AQUÎ ——–>  http://datelobueno.com/wp-content/uploads/2014/05/Viaje-a-Ixtl%C3%A1n.pdf

 

-No importa cómo lo hayan criado a uno -dijo él-. Lo que determina el modo en que uno hace cualquier cosa es el poder personal. Un hombre no es más que la suma de su poder personal, y esa suma determina cómo vive y cómo muere.
-¿Qué es el poder personal?
-El poder personal es un sentimiento -dijo-. Algo como tener suerte. O podríamos llamarlo un estado de ánimo. El poder personal es algo que uno adquiere sin importar su propio origen. Ya te he dicho que un guerrero es un cazador de poder, y que te estoy enseñando a cazarlo y guardarlo.

 

 

Nos hemos dejado el cabello largo y con él ocultamos nuestros sentimientos. Pero la sombra de la Mujer Salvaje acecha todavía a nuestra espalda de día y de noche. Dondequiera que estemos, la sombra que trota detrás de nosotros tiene sin duda cuatro patas.

Les dejo este libro, a todas aquellas mujeres que llevan escondido el instinto de ser libres y no lo buscan por miedo a encontrarlo.

Mujeres que corren con los lobos – Clarissa Pinkola Estés (1)

La oscuridad terapèutica

Las rutinas me perturban, me hacen entrar en un estado de desinterés total. 

La luna,es la excepción, cumple con sus 4 fases de manera rutinaria: de  luna llena mengùa hasta llegar a luna nueva, luego comienza a crecer para convertirse otra vez en luna llena y vuelve a empezar el ciclo.

 Sin embargo genera en mí una fascinación que a veces hace que me sienta seducida como un lobo. Sentir los cambios, es una tremenda experiencia, la luna tiene un poder de alquimia que  suele ser ignorado, en mi caso como siempre, mi cuerpo deja de responder a mi, y percibe los cambios lunares sin pedirme permiso.

Esas transformaciones son misteriosas, pacientes, como si estuviera por revelarse el lado desconocido de la energía lunar, la sensación de que algo se muere y algo está por nacer, tal vez por eso se lo asocie al útero femenino.

La vida comienza en el agua dentro del vientre materno y queda unida para siempre a esa luz tan magnética y femenina. La luna, tan imponente entre tanta noche, suele tener la virtud de provocar en mí, el don de la resiliencia, me invita a regenerar algo que estaba dañado, me hace sentir que la oscuridad, suele ser terapèutica, porque nos permite ver la luz.

Dilemas de la imagen: modos de ver y de ser.

La escucha como un don, como posición tendiente al otro, como apertura –desde adentro- hacia el otro, capaz de percibir tanto la modulación de la voz como sus silencios, capaz de desafiar también ese otro límite de la representación, el de lo “indecible”

Antropología para Todos

Dilemas de la imagen: modos de ver y de ser.
Leonor Arfuch

La cuestión de la imagen –su dilema- es insistente en el horizonte contemporáneo. Desde la publicidad a la información, desde el espacio urbano al monitor doméstico, desde las cámaras que registran cada uno de nuestros pasos al registro de nuestras propias cámaras estamos inmersos en tramas infinitas donde lo rutinario, lo banal, lo obsceno y lo trágico se alternan en un flujo continuo y donde lo cercano y lo lejano se confunden, se  podría decir, en la misma lejanía.


La saturación mediática es quizá la que lleva la mayor parte en el asunto, ese tableteo insomne que nos persigue no sólo desde la visualidad sino también, y de modo indisociable, desde la sonoridad, cuya intensidad domina tanto la tanda publicitaria como el crescendo dramático del noticiero y sus anuncios de pretendidas “últimas” noticias, los anticipos del cine de …

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El viento que me habita

Cuando siento que el desastre es inminente, el cambio ya empezò. La soledad se convierte en adicciòn, con todo lo que eso implica.

Lo màs devastador de ser catastròfica, es el viento que me habita, que casi no deja rastros de mì, barre todo a su paso, y me deja tirada como un trozo de chatarra, esperando que alguien me diga que aùn puedo ser ùtil.

Ahì, cuando toco fondo, mi pulsiòn de vida es tan grande, que puedo tomar impulso desde la màs remota profundidad, convertida en huracàn.

El viento es mi voluntad, soplando con toda su fuerza, para arrancar las emociones coaguladas, que circulan por mi alma como un trombo, esperando toparse con algún pasaje demasiado pequeño, para obstruìrlo y desencadenar en mì, una hipòxia emocional.

Un punto en el cosmos

Mi vida mental, difiere mucho de mi vida real, como si fuéramos dos, que  definitivamente se conectan en algún punto.

La primera es catastròfica, abrasiva, corroe todo a su paso, me arma y desarma para  luego volverme a armar. La real, està ahì, ordenada o no, veo lo que se puede ver, lo toco y no lo sè disfrutar, no sè todvìa cual es el punto de conexiòn. La realidad no me atrae,  me tiene desconectada, con falta de interès y eso no es placentero, pero fluye asì en mì.

Separo los objetos y los ubico en un fondo que me guste, los cambio, como haciendo un collage de momentos, recorto figuras reales que me aburren y las hago participar de sus sueños màs utòpicos, como si estuviera sucediendo de verdad.

Hago y deshago mi realidad y la simbiosis con los demàs; si logro verlos, la transmisión emocional en mì, es una consecuencia. Un don y una maldiciòn, que a veces me llevan hasta allà afuera, lejos, cada vez màs lejos, como si estuviera expandièndome hasta llegar a ver solo un punto en el Cosmos.

Silenciosa como el monòxido

A veces no tolero mis defectos, y èse, es es el peor de todos. La falta de amor a mi misma, mortal y silenciosa como el monòxido.
Los libros de autoayuda, me sirvieron para darme cuenta de que algunos autores son unos farsantes, que solo quieren vender o ser reconocidos.
Lo bueno de los defectos, es que  se pueden pulir, como quien saca el mármol que sobra de una escultura.
Aceptar que yo soy la responsable de mis actos, aunque sea difìcil y hasta doloroso, es esencial para empezar la obra. Como el carbòn, que resiste la presiòn, porque sabe que su recompensa, serà convertirse en diamante.

 

El nùcleo no es de uranio

Cuando me caigo al pozo, siento que me voy a morir.

Asì, cinco veces, durante toda la noche. Esos espasmos que me hacen liberar adrenalina en un segundo y como consecuencia, llega el insomnio.

Nunca duermo bien, el detonante siempre està en mi cabeza, y a diferencia del despertador, no lo puedo apagar.

Cuando abro los ojos, ya tengo un pensamiento que teje a otro, y asì, una reacciòn en cadena, solo que el núcleo de mi bomba, no es de uranio.

Cuando se termina el ovillo, empiezo a opinar, me invento un juez. Primero digo todo lo que pienso y despuès me juzgo, para desarmar mis propios argumentos.

Al rato, me encuentro hablando en voz alta, caminando por la casa. Mi nivel de ansiedad ya rompiò el medidor.

Me gusta llegar ahì, de hecho, como en los videojuegos, intento encontrar la llave que me permita pasar al pròximo nivel.

Al fin y al cabo, mantenerme en ese estado tiene sus beneficios, no solo me permite hablar con mi alter ego, sino que me impide conciliar el sueño, ese lobo disfrazado de cordero, que cuando cierro los ojos me deja morir cinco veces en el mismo pozo.

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